domingo, 3 de febrero de 2013

El deseo de morir era constante. Soñaba con morir en brazos de su melancolía. Aunque en ocasiones sintiera que podía ser todo, lograrlo todo, en otras era miserable. Esa miseria no se iba, no lo abandonaba, era parte de él. Ayer esa miseria se recrudeció.
Bebió whisky con sus compañeros de la facultad, la discutían de todo y de nada: Bruce Lee, Michael Jordan, el avance de la tecnología en las últimas dos décadas, la teoría del vacío esgrimida por Josué. Regresa a casa, sostiene la respiración durante la revisión de rutina antes de abordar el autobús, no quiere que le impidan tomar el viaje. Habla por teléfono con ella, quien está convencida que lo mejor es separarse, pero él ruega, ruega e insiste a su manera, de la misma manera en que lo hiciera una semana antes. Esta relación parece insostenible y sin embargo él está ahí; deseando, esperando, víctima de un incesante deseo de intimidad; "I don't wanna die, but I ain't keen on living either" recita en su mente.